Tolerancia a la frustración y cómo gestionarla (II).

30.04.2020

Aprendiendo a gestionar la frustración

En nuestra anterior entrada, comentábamos qué era la frustración y como suele manifestarse en niños y niñas en todos los niveles. A continuación, ofrecemos algunas claves que pueden servir de guía a madres y padres a la hora de ayudar a sus hijos e hijas a gestionar la frustración, puesto que, como comentábamos anteriormente, es una emoción muy frecuente y tener algunas herramientas para poder manejarla es fundamental.

1. Mira hacia adentro. 

Como adultos que somos, ya sea madres, padres, docentes u otro tipo de profesionales que están en el entorno más cercano del niño o niña, lo primero de lo que tenemos que ser conscientes es de cómo nos comportamos nosotros con nuestra propia frustración. Como suele decirse, "donde fueres, haz lo que vieres". Y es que no hay un aprendizaje más significativo para un niño o niña que el que le llega a través de la observación, osea, de los modelos que él o ella considera que debe imitar. Por lo tanto, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que somos modelos de comportamiento para nuestros peques y no tan peques. Un ejercicio de introspección y autoobservación de nuestra propia forma de lidiar con la frustración, analizando de forma constructiva aquellos aspectos que debemos mejorar es el primer paso para enseñar a nuestros niños y niñas a gestionarla de forma adecuada.


 3. Normaliza y empatiza: Ayudarle a       etiquetar.

Cuando estemos más tranquilos, ya sea dentro de la situación frustrante o después, es fundamental hablar sobre lo que ha sucedido. Etiquetar la emoción como "te has sentido frustrado" ayudará al niño a incluirla en su diccionario emocional y aprenderá a utilizarla en una situación parecida que se le presente en el futuro. La explicación de "por qué" es también muy importante, para poder asociar un suceso a una emoción ("te has sentido frustrado porque no te ha salido este ejercicio"). Finalmente, empatizar y normalizar la emoción, diciéndole al niño "es normal que te sientas así, a todos nos pasa").


Beatriz Blanco

Psicóloga

 2.  Calma y paciencia. Respira.

Está claro que no es sencillo, pero sí necesario. En un momento de frustración, el niño o niña se encuentra alterado, en explosión emocional. Nuestro primer objetivo debe ser rebajar esos niveles, para poder posteriormente ayudarle a gestionar su emoción. Si gritamos o levantamos la voz, conseguiremos el efecto contrario, pues no le estaremos ayudando a calmarse. Es posible valorar la posibilidad de "hablar más tarde", si como adultos valoramos que estamos también demasiado excitados y debemos retirarnos a rebajar nuestra propia tensión.

 4. Normaliza y empatiza: Ayudarle a expresar.

También debemos proporcionar alternativas para gestionar la frustración de otra forma. Podemos sentarnos con el niño o niña y hacer una lista o dibujar las "cosas que puedo hacer cuando me siento frustrado"; establecer una zona de la casa como "zona de la calma" y enseñar al niño o niña a ir allí cuando necesite calmarse, entre otras muchas. En función de la edad y características del niño o niña,será más efectiva una forma u otra. Explorar, compartir y poner en común es la mejor forma de dar con la fórmula que se adapta a cada caso.